Digamos que ya estoy entrando en el período de adaptación a la vida panameña. Me encuentro cada vez más a gusto ya que he ido ampliando mi círculo de amistades, he tenido tiempo de conocer más la ciudad y de visitar algunas partes del país que me han encantado. Me encuentro mejor que nunca y ahora mismo estoy a la espera de saber si definitivamente estoy destinada a quedarme aquí por una buena temporada. Nunca me puedo fiar de las decisiones de mis jefes hasta el último momento así que hasta que no llegue a Barcelona el 23 de septiembre, viviré con esa sensación de incertidumbre que últimamente estoy tan acostumbrada a sentir y con la que he aprendido a convivir.
He conocido gente muy interesante de todas las edades, muchos de los amigos que hecho, con los que salgo y hago planes, tienen más de 30 años... A mis 26 años recien cumplidos tengo que admitir que no he tenido muchas amistades que superen esa edad así que digamos que de alguna manera ignoraba la realidad de lo que supone la vida de más allá de los 30. Las mujeres de mi edad (o al menos de mi entorno) solemos contemplar los 30 años con cierto o mucho temor ya que físicamente empiezas a no ser la misma, se supone que has de tener una pareja estable con la que plantearte la idea de casarte y formar una familia, los años de fertilidad se acaban y es también cuando una debería llegar a tener una cierta estabilidad profesional. Panamá me ha ofrecido la oportunidad de conocer a muchas mujeres que superan felizmente los 30 con su estado de soltería, algunas de ellas tienen hijos a los que mantienen solas, otras estan separadas después de haber vivido varios años casadas y otras siguen pensando simplemente que el matrimonio aun no está hecho para ellas. Pero lo que más me ha sorprendido es que a pesar de todo, muchas de ellas siguen llevando una vida similar a la que llevaban antes... aunque con unos cuantos años más de experiencia a las espaldas.
Todo esto ha sido una especie de contacto con una realidad con la que no estaba acostumbrada a topar directamente y aunque parezca mentira, debo admitir que gracias a ello siento un cierto alivio personal... parece que hay vida después de los 30, parece que las ganas de salir y divertirse no desaparecen cuando hay hijos por medio, ser madre joven y soltera no es el fin del mundo (he conocido por lo menos 4 en tan sólo un mes)y parece que no tener ganas de casarse cuando superas esa edad es un sentimiento cada vez más compartido entre las mujeres....eso, con todos mis respetos, merece una amplia sonrisa de mi persona:))